David Estévez Villalón (GT nº 39)
No soy mujer.
Trabajo en una de las profesiones más hermosas del mundo. Soy Guía de Turismo. Y tras vaivenes por esos mundos de Dios, desde hace muchos años limito mi ámbito laboral a una tierra que me sigue asombrando y apasionando: Asturias.
Trabajo en una profesión dominada por mujeres. Mi primera carrera, donde se me metió hasta el alma esto de ser guía, fue Turismo, que estudié en los ochenta en A Coruña. De sesenta personas sólo cuatro éramos hombres. Al leer este dato estoy completamente seguro de que si lo lee un hombre piensa una cosa. Si lo lee una mujer otra muy diferente. Precisamente de eso quiero hablar.
Tenemos en nuestra psique, desde tiempo inmemorial, grabadas muchas cosas que, lentamente, muy lentamente, están empezando a cambiar. La palabra “dama” es un galicismo “dame” que proviene del latín “domina” (dueña de la casa). La palabra “caballero” proviene del latín “caballarius” y nos remite al poseedor del caballo y a todo lo que giraba en torno a él. El maestro anónimo que pinta la tabla sienesa del siglo XIV del Museo de BBAA de Asturias pinta a las mujeres siendo todas ellas un trasunto de la Virgen María. La individualidad sólo impera en los modelos masculinos (fig 1). Son sólo un par de ejemplos de miles: llevamos grabado en nuestro ADN ideas y roles distintos entre hombres y mujeres desde hace siglos.
Hoy se habla mucho de feminismo. Pero todavía existen muchas personas que desconocen (o no quieren conocer) qué es exactamente el feminismo. Es el movimiento o doctrina que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres. Esta definición no es mía: es de la RAE. Creo que es meridiana. ¿Alguien con un poco de sentido común puede estar en contra? ¿Hacen falta más adjetivos o adornar el significado de qué es feminismo?
Desde algunos sectores sociales, estamos viendo como se intenta entrecruzar y mezclar el feminismo con el machismo. Volviendo a la RAE, ésta define el machismo como la actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres. También meridiano el significado. No debería de haber ningún equívoco. Y allá quien quiera hablar de “hembrismo” (palabra que no existe, permítaseme la licencia) como algo que propugnan muchas mujeres al mismo nivel que el machismo, pero dándole vuelta a la tortilla.
Me parece muy significativo el hecho de que el machismo sea definido como una actitud (es decir, con un claro componente subjetivo) y el feminismo como una doctrina y/o movimiento. Algo donde prima lo objetivo. Creo que es esencial esa diferencia que, perdón por la presunción, suele pasar desapercibida.

Retrato del Príncipe Carlos de la pintora Sofonisba Anguissola (siglo XVI. Museo de Bellas Artes de Asturias)
Se confunden términos, se habla de que los hombres y mujeres nunca serán iguales… Por supuesto. Nadie niega nuestras diferencias. Claro que hombres y mujeres somos distintos. Afortunadamente. Pero eso no tiene absolutamente nada que ver con buscar la paridad, propugnar y luchar por la igualdad de derechos entres los dos sexos. ¿Es tan difícil entender esto? Parece que sí.
Acabo de terminar un libro titulado “Las mujeres, que leen, son peligrosas”. Escrito por Stefan Bollmann, prologado por Esther Tusquets y editado por MAEVA. Quisiera compartir un dato demoledor: según las estadísticas el 80% de las personas que leen son mujeres. Y se está comprobando, desde diferentes escuelas, como el varón da menos valor a la lectura y escucha menos. Quizá ahí está otra clave: la mujer se interesa más por cosas ajenas, sabe y desea escuchar, tiene una curiosidad innegable que supera, con mucho, a la del hombre.
Quisiera trasladar un párrafo del citado libro que me parece esclarecedor, hablando de finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII: “Las mujeres que aprendían a leer en esa época eran, efectivamente, peligrosas. Porque la mujer que lee conquista no sólo un espacio de libertad al que sólo ella tiene acceso, sino que consigue al mismo tiempo un sentimiento de autoestima que la hace independiente. Por otra parte, ella se forja su propia visión del mundo, una imagen que no necesariamente coincide con la que le han transmitido sus ascendientes y la tradición, ni tampoco con la del hombre”. Resumido, en una palabra: Libertad.
Parece ser que, en la actualidad, para muchos sectores, las mujeres son peligrosas no ya por leer, sino por abogar por el feminismo. Cambian los motivos, pero siguen siendo peligrosas.
Por todo lo expuesto creo que hay suficientes motivos para defender la huelga del 8 de marzo. Que ésta debería de implicar a todas las personas, hombres y mujeres, independientemente de nuestras naturales diferencias. Porque se exige la igualdad de derechos. Porque se exige paridad. Porque se exige feminismo. Ni más ni menos.
No soy mujer, pero, por supuesto saldré a la calle el 8 de marzo. Porque soy feminista. Y a mucha honra.